Hay una instancia del teatro independiente que lleva cinco versiones en redes sociales y dos eventos a su haber: “Los Contadores Auditores Awards”. Esta ceremonia de premiación, que podría pasar inadvertida como una excusa para reunirnos entre pares y por supuesto festejar hasta que las velas no ardan, involucra como acción, una manifestación visible de lo que realmente somos como sector: un núcleo de colaboración, respeto y valorización por el quehacer del teatro.
En la séptima versión de esta entrega de galardones organizada por Juan Andrés Rivera y Felipe Olivares, quienes ya tienen una reconocida trayectoria como creadores, se deja entrever una serie de sucesos que no pueden pasar inadvertidos para quienes día a día se esfuerzan por sacar adelante el imaginario creativo del teatro en nuestro país. Y es que sería fácil pensar en la ceremonia de “Los Awards” como una humorada, como la contracultura que parodia la institucionalización de los premios o simplemente como un espacio de asociatividad y sociabilidad conjunta entre artistas. Sin embargo, lo que ocurrió el pasado 30 de enero en el Centro Cultural Matucana 100 va mucho más allá de cualquiera de estas lecturas.
En los “Contadores Auditores Awards” se vio a un sector que recuerda a la descripción que el sociólogo H. Becker hizo alguna vez de “Los mundos del arte” como las «formas de cooperación que producen patrones de una actividad colectiva». Así, en una sala de 500 butacas casi repleta, lo que se vivió fue un reflejo de hacia dónde está avanzando un gremio organizado. El ecosistema teatral ya no está en proceso de cambios y consolidación y queda de manifiesto que existe hoy una voluntad y un sistema de colaboración afiatado entre creadores y gestores, un nuevo escenario creativo, político y relacional.
Este evento mostró a la escena independiente como un grupo que valida la división y la profesionalización de roles en el proceso creativo. Estos premios no son sólo para artistas, sino que incluyen y ponen en trascendencia otros nichos que llevan años invisibilizados en el quehacer del arte como los técnicos, los productores, los músicos, los realizadores. En un emotivo reconocimiento, Sergio Zapata alzó una “palometa” aludiendo a que éste es uno de los pocos galardones que ha conseguido en su trayectoria como diseñador teatral. Así también se pone en relieve aspectos propios del rito teatral tales como el “pre set” o el “cóctel de estreno”, dando cuenta que la experiencia del teatro traspasa las barreras de la obra en sí. El mundo independiente, antes que la institucionalidad, valoran y validan el trabajo teatral como una actividad totalizante.
Este evento también es auto gestionado y auto financiado. “Los Awards” funcionan como espejo del modo de creación actual y ponen de manifiesto como el “voluntariado” de quienes trabajamos en el mundo del teatro son lo que hace posible el espectáculo. Todos quienes asistieron, cooperaron con una entrada al evento (lo que más adelante podríamos analizar como el más efectivo sistema de crowdfunding en la actualidad teatral) haciendo posible lo que muchas veces las compañías ven como un imposible: los recursos.
La ceremonia tuvo también un contenido político – discursivo que permite sintetizar los desafíos de este 2015 para el sector teatral. Se nombró la necesidad de trabajar en colaboración, de dignificar las condiciones de los trabajadores del arte, de accionar políticamente una nueva ley sectorial para las artes escénicas, de potenciar los gremios organizados como ADTRES o la Red de Salas y, por supuesto, se alzaron irónicos cuestionamientos a FONDART, a la asignación de recursos a grandes conglomerados del arte, a la monopolización de uno de los más importantes festivales teatrales en el país, entre otras. Así mismo, los números del evento también incluyeron un reconocimiento al recientemente fallecido Pedro Lemebel y se explicitó el apoyo a la diversidad como un activo en nuestro campo de desarrollo.
Pero por último, no puedo si no nombrar lo más importante. El evento estuvo cargado de humor y espectáculo. Nos permitió recordar que finalmente el teatro es eso: una instancia de reunión y convivio para crear nuevos mundos y pasarlo bien.
Podríamos decir entonces, a modo de conclusión, dos cosas: la primera, sin duda muchas gracias a Los Contadores Auditores. La segunda, es que lo de anoche fue un deja vú a aquella frase que en 1820 plasmó el poeta Vera y Pintado sobre el telón del Teatro Principal de la República de Chile: “He aquí el espejo de la virtud y el vicio, miraos en él y pronunciad un juicio”.