SALUD, BIENESTAR, ARTES Y CULTURA: TRES ARGUMENTOS Y ALGUNAS RECOMENDACIONES.

La salud es tema obligado por estos días en las líneas de acción Estatal y la pregunta sobre cómo la cultura se vincula con ella aparece recurrentemente en comentarios y debates sectoriales . ¿Cómo se relaciona la salud con la cultura y las artes? ¿Cuáles son los argumentos sobre los cuales debemos alinear nuestras narrativas en estas conversaciones y debates? Acá comparto – a mi juicio – tres posibles argumentos y algunas recomendaciones.

Argumento Nº 1; Las artes actúan sobre el bienestar de las personas y esto esta comprobado.

La primera clave importante en esta discusión se sitúa en 1948, año en que oficialmente la OMS adopta su definición actual de salud: «un estado de bienestar físico, mental y social completo, y no meramente la ausencia de un mal o enfermedad«. El concepto de bienestar se convierte entonces en un tópico de interés en las discusiones de política pública llegando a ejemplos actuales muy reconocidos como Bhutan, país famoso por medir la felicidad nacional bruta (FNB) de sus ciudadanos o Francia, donde desde 2010 se incluyen índices de bienestar en las mediciones del PIB para sus análisis costo-beneficio.

Si el estado “saludable” de una persona está dado por su calidad de vida, entonces las artes son una causalidad evidente para este campo de bienestar. Es precisamente en este ámbito donde las artes han podido comprobar y determinar empíricamente su valor y contribución social a la salud. Mas allá de la defensa y promoción que se ha adoptado por estos días sobre el vínculo urgente entre cultura y salud mental – muy acorde y relevante en estos momentos-  ese argumento queda corto. La realidad es que tenemos que ampliarlo necesariamente al bienestar de las personas y nuestra sociedad en su conjunto.

Diversos documentos como, por ejemplo, Creative Health: The Arts for Health and Wellbeing (UK) contienen investigaciones en esta materia. Se demuestra que al ampliar la participación en actividades culturales un 79% de las comunidades más vulnerables de Londres mostraron un manejo mas saludable en su alimentación; un 77% aumentó su actividad física y un 82% declaró sentirse en un mayor estado de bienestar. Del mismo modo, los efectos de la música y sus terapias complementarias redujeron la ansiedad y la necesidad de medicación en un 67% de personas con demencia u otros  trastornos mentales.

Argumento Nº 2: Aportar a las artes beneficia a la economía. Los subsidio para la cultura muestran retornos en inversión pública y, en particular, en salud.

Dado que las definiciones de salud incluyen aquellas condiciones de bienestar social en su conjunto, la distribución desigual de los ingresos, así como del consumo y apropiación de bienes y servicios culturales tienen una relación directa también con las desigualdades en salud. Personas con menor acceso a la cultura, serán entonces personas con menores indices de bienestar social. Este silogismo es importante hoy, cuando la crisis sanitaria nos hace pensar que todo lo que se ahorre en presupuestos para la cultura irá en beneficio redistributivo para la salud. Esto es una falacia populista pues podemos demostrar mas bien lo contrario: mejorar la inversión pública para las artes logra estrechar brechas y contribuir en parámetros de bienestar social.

Inclusive hay algo que a los legisladores le interesará aún mas saber: invertir en artes y cultura ha demostrado retornos económicos directos en salud. En los casos más exitosos como Reino Unido, se han demostrado retornos de inversión de entre 4 a 11 libras en salud por cada libra invertida en actividades culturales. En estudios sobre pacientes que fueron prescritos con actividades culturales, se demostró una caída del 37% en consultas médicas y una reducción del 27% en admisiones hospitalarias. Esto representa un ahorro estimado para las arcas públicas de 216 libras por paciente al año.

En Estados Unidos, estas investigaciones también son positivas y apuntan a la inserción directa de las artes en centros hospitalarios. El documento Arts in Healthcare / 2009 pone como ejemplo un hospital que tras incorporar programas artísticos durante procedimientos pediátricos, ahorró en promedio hasta 567 USD por tratamiento, aumentando además en un 98% su tasa de éxito. Otras externalidades positivas incluyen que el personal médico pudo dedicar más tiempo a sus funciones mejorando la eficiencia de atención. Con al menos cuatro millones de procedimientos anuales, los ahorros en este centro médico superaron los 2.250 millones de dólares.

Argumento Nº 3: Los beneficios de las artes no están solo enfocados en pacientes y también se extrapolan a los servicios de salud y su personal médico.

Mesas de discusión académica y política como Cultural Value Project en 2012, han generado insumos invaluables en estas materias. Del mismo modo la Dra. Rosalia Lelchuk Staricoff ha sido un aporte con su compilación de la literatura médica que explora la relación de las artes y las humanidades. Ambas instancias refieren también a profesionales de la salud como beneficiarios de la inserción de las artes en sus dinámicas.

La satisfacción laboral del personal médico es mayor cuando se incluyen obras de arte en el diseño de hospitales y centros, también cuando se intervienen estos espacios con música. Pero lo más relevante, es cuando se usan herramientas de las artes aplicadas en sus procesos de formación. Aprender a escuchar música aumenta el desempeño mental en los cirujanos, las artes visuales desarrollan habilidades de observación en médicos mejorando la visión estereoscópica y el pensamiento tridimensional. Se demuestra también que al introducir a estudiantes de enfermería a las prácticas artísticas, estos mejoran la conciencia sobre cómo lidiar con la enfermedad y el duelo, llevándoles a una mayor capacidad de análisis crítico y comprensión del sufrimiento. En general, las artes ayudan a los y las profesionales de la salud a responder de una forma más humana y reflexiva a las necesidades médicas, éticas y sociales de la población. Por lo mismo, muchos hospitales en Estados Unidos han aumentado en sus presupuesto anual aquellos gastos dedicados a programas culturales. De acuerdo a encuestas en 2004, el 40% de las organizaciones de salud tenían en su presupuesto operativo financiamiento reservado para programas artísticos, llegando incluso a aumentar ese porcentaje en un 56% en 2007.

También algunas recomendaciones…

Primero: Se requiere con urgencia un trabajo sostenido e interdisciplinar para recabar información y datos que alimenten estrategias de políticas públicas en salud y cultura. El diálogo interministerial es urgente y no se puede seguir con modelos jerárquicos y separados que no incluyan miradas profesionales diversas de salud y cultura. Como en muchos momentos históricos donde la política pública requiere insumos para poder avanzar, las universidades debiesen ser entidades canalizadoras de estas estrategias. Tal como ya lo han demostrado en esta pandemia con los aportes técnicos realizados al gobierno, las casas de estudio debiesen potenciar clusters de trabajo inter facultades con expertos dedicados a la cultura, la salud y la economía, así como otras posibles iniciativas de investigación trans disciplinar.

Segundo: La cultura necesita nuevas formas de ser medida. No solo formas más cualitativas, si no también nuevos paradigmas como por ejemplo indagar en métricas de bienestar social. Las metodologías de capital social son una línea de acción validada en el mundo para las intersecciones de cultura y salud, sin embargo también se requieren formulas para observar los efectos multiplicadores en las distintas escalas de la economía y las artes.

Otro proceso que parece aun faltar en el canon de los análisis de la cultura y la salud son los beneficios de la asistencia de públicos y los procesos de participación directa en eventos artísticos y cómo estos contribuyen a premisas de bienestar. También, está ausente en mucha de la bibliografía revisada la creatividad cotidiana y la inmensa contribución del desarrollo cultural comunitario en la vida de las personas.

Tercero: La gestión cultural como disciplina tiene que dejar de entenderse a sí misma como una dimesión única en el plano de los administradores de proyectos y espacios culturales, artísticos o comunitarios para ingresar a nuevos rubros. La diversificación profesional de gestores puede ampliarse a nuevas áreas. Muchos de los análisis revisados hablan de la proliferación del campo de la administración de artes en salud. Estos roles profesionales indican una mayor estabilidad y profesionalización en la dimensión de la programación cultural en espacios de salud y una mejor valoración las artes.

Para finalizar pienso que esta mirada cumple con entregar algunas líneas de conversación en común. Por sobre todo, para entender que las artes no somos una actividad instrumental a otras disciplinas, si no complementaria y evidentemente validada en sus aportes tanto empíricos como teóricos.

*Todos los documentos citados en este artículo se encuentran disponibles para descarga en la Biblioteca Digital de este blog.

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