Leí en un artículo sobre un estudio de públicos en Inglaterra que la mayoría (85%) señala como uno de los principales motivos para asistir al teatro «la entretención». La segunda razón más nombrada fue «pasar tiempo libre con amigos y familiares»(49%). El autor planteaba entonces una pregunta válida sobre estos datos: ¿Quiere decir esto que los públicos están tomando sus decisiones de asistencia y participación privilegiando la sensación de una experiencia colectiva por sobre la elección de una obra determinada?
La verdad es que existen tantos tipos de públicos como tipos de oferta artística. Y es que hoy por hoy pensar que las audiencias asisten por la convocatoria de prensa, por seguir a un determinado artista, por aprovechar un descuento e inclusive por querer participar de un mes en especial para ir al teatro resulta ser quizás demasiado simple para la complejidad del problema en cuestión. Esta idea que muchas veces tenemos en nuestras propias temporadas termina siendo un reduccionismo que limita nuestras posibles respuestas y las infinitas posibilidades en nuestra misión de ampliar los públicos y la experiencia teatral.
Tiendo a pensar que los públicos buscan experiencias significativas en el teatro (lo que quiera que esto signifique para cada uno de ellos) cayendo en un amplio espectro que puede incluir desde todos los factores ya nombrados, hasta por ejemplo si la sala cuenta o no con aire acondicionado, estacionamiento u otros servicios asociados. Es preciso entonces tener en cuenta dos aspectos: el primero de ellos, dejar de ver a los públicos como un todo y comprender los distintos grados de segmentación que existen en torno a cada proyecto. El segundo: dimensionar la experiencia teatral y la elección de asistencia como algo que va más allá de la obra y que comprende variados aspectos que incluyen el antes, el durante y el después de la función. Puede parecer simple como premisa, sin embargo no es tarea fácil para los que nos dedicamos al teatro. Somos un segmento de nicho que erróneamente tiende a pensar que todos los públicos se comportan como nosotros. Pero la verdad es que somos un grupo particular que tiende a dejar en segundo plano otros niveles importantes de la experiencia total.
Hace algunos años atrás, en uno de los Seminarios de Formación de Audiencias organizados por el Centro GAM, Alan Brown trajo a colación el término «Arc of Engagement» (Arco del Compromiso) dando cuenta de varias etapas que comprenden la experiencia teatral total visualizando un antes y un después del encuentro artístico propiamente tal. Algunas de estas fases indicaban desde la inicial asimilación de un producto, pasando por el intercambio artístico y terminando en el eco del impacto posterior, entre otras. Todas estas etapas, junto con algunos casos de estudio están desarrolladas de una manera bastante didáctica en su investigación Making sense of audience engagement (Dar sentido al compromiso de las audiencias) para aquellos interesados en revisar. Lo importante acá es que estudios como éstos, nos invita a pensar más allá del sólo acontecimiento escénico, obligándonos a re pensar estrategias coherentes que preparen a los públicos en un antes y los acompañen en un después.
Un buen ejemplo en esta materia viene de los españoles quienes actualmente acuñan el término de post-teatring. Nuevamente puede sonar como algo complejo, pero simplemente nos invitan a pensar en cómo prolongar la experiencia, extender la conversación y ampliar el boca a boca de nuestros espectadores. El post-teatring es el acto de ir a comer o a tomar una cerveza después de la función. Para ellos, ‘las cañas de después’ son, precisamente, la clave de la discusión post performance.
¿Y nosotros? ¿Qué estrategia estamos usando actualmente para mejorar la experiencia? ¿Cómo nos convertimos en “significativos” más allá del campo de la creación? Pareciera ser que ésta es una tarea destinada a las salas y los espacios, usualmente obligados a pensar en el territorio donde habitan y en el contexto que ofrecen para su “antes” y su «después» de la función. Pero la verdad es que esta es una invitación amplia, es un tema que también atañe a compañías y agrupaciones independientes quienes deben pensar, sin duda alguna, en como fomentar que la conversación artística se expanda mucho más allá de la butaca. Tomemos entonces el desafío.
Una respuesta a “TODO VALE: El PRE Y POST DE LA EXPERIENCIA TEATRAL”
Sería ideal que los teatros en Chile tuvieran bares y restaurantes, accesibles y a tono con el tipo de programación/público. Acá en Londres en general la experiencia empieza mucho antes de la hora de la función, todos llegan con tiempo para tomarse algo, comer y pasar el tiempo con la gente. Eso permite que el teatro se convierta en un espacio en el cual uno quiere pasar el tiempo y no sólo un lugar al cual voy a ver una obra determinada. La experiencia sin duda se enriquece. Saludos Pame!
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